El penúltimo escalón 

Cuando todo parece que termina nos damos cuenta de que siempre hay un nuevo peldaño que subir, una nueva etapa que alcanzar, un nuevo sueño que cumplir, una nueva puerta que se abre cuando creíamos que ya todas estaban cerradas, una nueva lucha que afrontar cuando pensábamos que habíamos perdido la batalla, una nueva ilusión cuando nos veíamos en el pozo de la desesperanza… 

La vida y el instinto de conservación nos enseñan a que sólo hay un final, la muerte. La peor de todas las condenas es estar muerto en vida. La vida nos empuja siempre hacia adelante con nuestros aciertos y nuestros fallos.

Siempre después de la tempestad viene la calma.

Vamos quemando etapas en este devenir de cuya experiencia siempre aprendemos aunque a veces tropecemos dos veces en la misma piedra. Caer y levantarse, levantarse para volver a caer…

Cuando siento que se va cerrando un ciclo y creo que ya está casi cerrado me doy cuenta que todavía no es así.

A nosotros nos toca escribir estos renglones de lucha y resistencia que seguramente leerán otros. Lo más importante de nuestras historias es ir moldeando el presente para tener un futuro de derechos y dignidad, lo mejor está por llegar.

Esta penúltima batalla, este penúltimo escrito, este penúltimo aliento, esta penúltima esperanza, este penúltimo recurso…

La vida siempre tiene un penúltimo escalón por eso seguimos…

Alejandro Calleja, padre de Rubén y colaborador habitual.

No tengas miedo

De los 365 días que tiene el año, el calendario nos dio uno para celebrar, y recordar a todos, que existen las madres. Las madres de todo tipo, de todas las partes del mundo y con todo tipo de historias.

 

Hoy, mi carta va para una madre en concreto, y esa eres TÚ. Si tú, y no quiero que te extrañes. Tú y yo sabemos que estas letras son para ti. 

 

Quiero darte las gracias por existir y por transmitir tanta fuerza con una mirada. Esa mirada entre la felicidad y el duelo, casi nostálgica, como si constantemente echaras algo de menos. Esa mirada que a veces va acompañada de suspiros y miradas al cielo y que hace muy fácil la tarea de reconocerte.

 

Gracias por decidir que un diagnóstico no iba a poner etiquetas en tu vida y queen tu familia mandas tú y después los genes. Quiero, además, darte la enhorabuena, porque tú y yo sabemos que madres como nosotras existen pocas. 

 

Darte las gracias por todas esas lágrimas que has echado, pero sobretodo, por las que te has guardado. Esas que a veces pueden hacer mucho daño.

 

Gracias por ser paciente y demostrarle a la ciencia que la esperanza y el amor son la mejor de las medicinas. Gracias por formarte, por buscar a más familias diversas, por no confórmate con lo que te decían, por amar sin preguntas y por dejar de existir para el mundo para hacerlo solo para él o ella.

 

Quiero pedirte que no tengas miedo. No lo tengas. El miedo no va a permitirme ver la felicidad que vas a encontrar en las cosas más simples y sencillas. Vas aprender que la verdadera felicidad a veces no se siente, sino que se VE en los ojos de tu pequeñ@.  No tengas miedo tampoco al futuro, ni te hagas tantas preguntas, el presente ya es incierto. Te prometo que cada día va a ser mejor que el siguiente y que cada mañana tendrás la mejor de las motivaciones para dar lo mejor de ti misma y esa será, sin que te des cuenta, la normalidad que tanto has pedido que llegara.

 

No escuches a nadie, sólo a ti misma y créeme si te digo que a veces, un desconocido puede ser el mejor de los aliados. No tengas miedo a preguntar, recuerda que siempre hay otra mamá en tu misma situación y al igual que tú, también te está buscando. No busques fuerzas en nada que no sea la mirada de tu pequeñ@. Él/ella aunque no lo creas tiene las respuestas que tanto te haces a ti misma. 

 

Tienes que saber que tienes derecho a enfadarte, a dejar de creer en todo lo que te habían contado e incluso empezar a creer en aquello que veáis como incierto. Tienes derecho a llorar, a gritar, a señalar lo que es injusto y a luchar con las herramientas que creas que son las más convenientes. Puedes llorar y maldecir esa palabra que desconocías y que ahora crees que te ha robado la vida que habías soñado para tu pequeño.Cuando la vida se rompe, puedes actuar como TÚ sientas y creas. Nadie nos dio instrucciones, no tengas miedo, nadie te va a juzgar.

 

Vas a ser la protagonista principal de la vida de tu hijo, sin ti, su historia, que es la vuestra, no sería la misma. Toda historia necesita una heroína, tú eres la de tu pequeñ@. 

 

Hoy probablemente no vivas este día de la forma que te contaron, pero no por ello vas a dejar de celebrarlo. 

 

Puede que pienses que no tienes muchos motivos para celebrar, pero créeme que existe uno principal y que bajo ninguna circunstancia debes de olvidar: y es que para tu hij@ eres, SIEMPRE, la mejor de las mamás.

 

Felicidades

 

 

 

 

M.D.R.R.M.

 

 

Nota: Gracias, Mi Pequeñito, porque aunque tú no me lo digas yo sé que me elegiste para ser TU Mamá. Gracias por hacerme tan feliz. No hace falta que seas perfecto para nadie, YA LO ERES PARA MÍ.








Mamá de un Niño con una enfermedad poco frecuente.

Escribo sobre maternidad y diversidad en Cinco Sentidos y Medio.

En búsqueda activa de MADRES como yo.

María Rodríguez