No podrán detener la primavera…

En estos momentos, en los que pone en la mesa el valor social de las personas, si unas son dignas de vivir o no. En las que se cuestiona si una persona con diversidad funcional puede acceder o no a UCI para salvar su vida, si esa persona es más válida o menos que los demás. En estos momentos en los que da asco solo ese planteamiento y la vida de TODAS las PERSONAS deberían valer lo mismo, yo os quiero recordar una frase de Pablo Neruda junto con las infinitas flores que dibuja mi hija todos los días.

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”

Dibujo de Lucía

Belén Jurado “La Habitación De Lucía “

Los lenguajes de las personas oprimidas como esperanza

El año pasado por estas fechas me encontraba en New York, haciendo la ponencia “Los lenguajes de las personas oprimidas como esperanza”. En ella trataba de hacer ver que escuchar los discursos y lenguajes de las personas desplazadas a los márgenes es la principal herramienta que tenemos para mejorar los sistemas sociales y educativos. Este año, el COVID-19 lo ha transformado todo; ha anulado hasta el fútbol. Hoy, tanto en New York como aquí estamos confinados en nuestras casas, y hay millones de personas alrededor de todo el globo en situación de descarnada vulnerabilidad. La preocupación es enorme. Pero me pregunto hacia dónde la estamos dirigiendo.

La publicación hace unos días de este artículo de opinión en The New York Times me pareció reveladora: “My Life Is More ‘Disposable’ During This Pandemic” (Mi vida es más prescindible durante esta pandemia). Elliot Kukla, su autor, dice:
“La pestilencia del capacitismo (discriminación por razón de capacidad) y el edadismo (discriminación por edad) desatados es su propio tipo de pandemia. En Italia, ya están decidiendo no salvar las vidas de personas con enfermedades crónicas o discapacitadas, o ancianos con Covid-19. La razón es doble: tenemos menos probabilidades de sobrevivir, y cuidarnos puede requerir más recursos. Esta no es una decisión de triaje inusual en tiempos de guerra o pandemias; nuestras vidas son consideradas, literalmente, más desechables.”

En realidad, ese argumento siempre ha estado ahí, en nuestras formas de concebir la sociedad y las personas. La negación del valor de determinadas vidas está en la base de muchas de nuestras formas de organización como sociedad. Yo me vengo enfocando desde hace años en el modo en que esta realidad se materializa en las escuelas. Separamos a determinados niños y niñas porque como sociedad hemos asumido que un dispositivo tan deplorable como ese puede hacerse con personas como esas. Y es más fácil cuando las personas son nombradas como síndromes, cuadros, y hasta espectros. Podría decirse que son interpretadas como fantasmas, como algo sin interior.

Aquí, el grupo de trabajo de Bioética de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), ha elaborado un documento titulado “Recomendaciones éticas para tomar decisiones en la situación excepcional de crisis por pandemia Covid-19 en las UCI”. Pocas veces he leído un documento que me haya quitado el sueño como este. Hace explícito de manera cruel lo peor del sentido común más discriminatorio de nuestra sociedad.

Pero también esta crisis sanitaria está aflorando otros sentidos, que se van haciendo comunes, y que tienen que ver con lo profundamente humano. El cuidado, el altruismo, el reconocimiento de nuestra precariedad, vulnerabilidad e interdependencia, el valor de la vida y de los servicios públicos, la separación de lo importante de lo accesorio… En lo escolar, esta situación inédita para nosotros puede llevarnos a transitar nuevos caminos que resignifiquen el sentido y el valor de una institución tan noble como la escuela. Que cuestione la homogeneización y el acatamiento. Para ello necesitamos poner en el centro a quienes han sido ubicados históricamente en la periferia. Ahí está la esperanza.

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* Los lenguajes de las personas oprimidas como esperanza https://bit.ly/3dnk4Hr
** My Life Is More ‘Disposable’ During This Pandemic https://nyti.ms/2Uw7xJg

Ignacio Calderón Almendros

Abuelo, abuelo

” Abuelo… Abuelo! en mi libro de historia dice que en marzo de 2020 hubo una pandemia! Pero qué pasó?”

-” Sucedió que desde China llegó hasta nosotros un terrible virus de gripe nunca estudiado antes…”

” Y luego?”

-” Todos nos pusimos en cuarentena, nadie podía moverse de casa excepto para comprar alimentos en el supermercado.
Sucedió en cualquier momento, el día anterior estábamos todos juntos… amigos, familiares, luego la mañana del 9 de marzo nos encontramos con la vida al revés.”

” Y luego qué pasó?”

-” Nos quedamos mucho tiempo con solo contacto por internet, por suerte existían teléfonos y computadoras. La gente se ha responsabilizado, hemos contaminado menos, hemos redescubierto cosas que no creíamos que sabíamos hacer.
Finalmente llegó la buena temporada, y el primer pensamiento fue salir para conocer a todos. El mundo se había parado para nosotros, pero hubo un aspecto positivo: entendemos el valor de las cosas precisamente porque nos quitaron.
Y créeme sobrina, que el café que bebí cuando el bar volvió a abrir, aunque se hizo con el mismo grano que antes, estaba delicioso.

” Por qué?”

-” Porque sabría a un país que lo había logrado.” ❤️

Silvia Bailon Ruiz

Para quienes dicen, “no son las formas”…

Para quienes dicen, “no son las formas”…

Les voy a explicar como me explicó a mí una maestra de investigación (mujeron doctora en investigación y ciencias sociales 💜) la diferencia entre actos de vandalismo y actos de protesta:

Cuando se habla de violencia, se habla de poder y cuando se habla de poder se habla de adoctrinamiento y disciplina. La violencia es una herramienta del adoctrinamiento, es un castigo para disciplinar, para que se obedezca al poder que ejerce esa violencia.
En materia de género, se habla de violencia del sistema patriarcal, porque su violencia busca el adoctrinamiento de las mujeres, la obediencia de la mujer hacia el hombre, como tal. Entendamos al hombre como la figura que ejerce el poder en todas las estructuras y jerarquías sociales. Cuando la mujer “desobedece”, la castigan, la violentan, buscan adoctrinarla. Mi maestra ponía un ejemplo muy simple, como cuando un adulto cría a un infante, y éste hace algo que el adulto reprueba, castiga al niño, porque cree necesaria su obediencia. Ejerce ese poder para disciplinar.
Hay teóricas y teóricos que señalan a la violación como método de disciplina del hombre hacia la mujer. La violación es un símbolo de poder para ellos, símbolo de conquista y de disciplina por hacerle entender a la mujer que si no obedece la estructura, su castigo es ser violada, es ser disciplinada.

Bien, cuál es la diferencia entonces entre un acto de violencia y uno de protesta?

Cómo ya se los dije, la violencia es una herramienta del adoctrinamiento. La protesta es una respuesta y una forma de expresión social, la mayoría de las veces colectiva. La protesta no busca adoctrinar a nadie, ni disciplinar a nadie, la protesta es más una búsqueda de visibilidad y de exigencia; a través de la protesta, sea cual sea su forma, se expresa una necesidad, más no se ejerce ningún adoctrinamiento, ningún castigo.
Llamarle “vandalismo” o violencia, a las protestas feministas donde pintan y rompen o queman cosas materiales, además de exponer prejuicios e ignorancia, es totalmente erróneo y señala la mala lectura que como sociedad le damos a nuestros propios movimientos, los que surgen de las estructuras no dominantes. Por qué? Porque en ningún momento durante esas protestas se violenta a alguien en específico, ni se adoctrina, ni se disciplina. Al menos que crea usted que las paredes y los monumentos tengan necesidad de ser disciplinados y por eso crea que se ejerce violencia contra esas paredes. Esas protestas son respuestas de las mujeres, son exigencias, son búsquedas desesperadas de algo que se ha venido pidiendo de todas las formas posibles y que se les ha negado: justicia.

Las mujeres con sus aerosoles de colores, con los vidrios que rompen y que al poco tiempo son repuestos, no están disciplinando a nadie, no violentan, protestan. No adoctrinan, se expresan, no ejercen poder, ejercen su derecho al hartazgo de la represión histórica. No castigan a nadie, no violan a nadie, no adoctrinan a nadie. Son meras expresiones simbólicas que visibilizan la falla de todo un sistema desigual, machista, patriarcal.

Si no lo entienden ni así, la neta algo anda medio mal con su razonamiento.

Hay acceso a Internet, a información, denle una leída a esto y dejen sus prejuicios de lado.

Cámara
#NiUnDíaSinNosotras
Tomado del perfil de Jocelyn Cabello

¿Cómo?

¿Cómo hacer para que el otro no sea un enemigo?
¿Qué proponer para que la vivencia de la libertad no se eche a perder por mal uso o falta del mismo?
¿Cómo y con quién trabajar para que las personas interioricen, de verdad, que son dignas, que poseen un valor incalculable?
¿Cómo organizarnos para que lo que les sobra a unos no sea lo que les falta a otros?
¿Cómo enseñar y aprender a construir? aunque sea “un poquito”..
¿Cómo educar la mirada para que veamos horizontes donde otros ven fronteras?

Jose Manuel de Oña

El futuro pertenece a quienes luchan

“Por eso, compañeras, os necesitamos para una verdadera liberación de todos nosotros. Sé que siempre hallaréis la fuerza y el tiempo necesarios para ayudarnos a salvar nuestra sociedad.
Compañeras, no habrá revolución social verdadera hasta que la mujer se libere. Que mis ojos no tengan que ver nunca una sociedad donde se mantiene en silencio a la mitad del pueblo.
Oigo el estruendo de este silencio de las mujeres, presiento el fragor de su borrasca, siento la furia de su rebelión. Tengo esperanza en la irrupción fecunda de la revolución, a la que ellas aportarán la fuerza y la rigurosa justicia salidas de sus entrañas de oprimidas.

Compañeras, adelante por la conquista del futuro.
El futuro es revolucionario.
El futuro pertenece a quienes luchan.”

Sankara

Del muro de Marta Ateak