Construir, construir, construir…

He leído recientemente distintos artículos, he escuchado en radio y he visto en televisión información sobre la falsa polémica del cierre de los centros de educación especial a raíz de la ley de Educación.
He leído/escuchado el dolor que provoca la “educación inclusiva” y que la solución, de toda lógica, ¡cómo no!, es sacar al alumnado de allí. He leído/escuchado que “estos niños” tienen que estar con sus iguales (tomando como iguales a otras personas con alguna discapacidad) para que pertenezcan al grupo… Y expresiones similares a estas, que duele hasta el alma escucharlas y ver cómo nos quedamos tan tranquilos y tranquilas, diciéndolas y escuchándolas.
Ante el dolor sufrido en esa escuela ordinaria claro que una madre y un padre se horrorizan al pensar en volver a ese sufrimiento. Pero no podemos equiparar escuela ordinaria con escuela inclusiva.
Lo que nos tenemos que cuestionar y cambiar no es que ante estas situaciones dolorosas se debe apartar al inocente, a quien ha sido víctima, sino cambiar ese entorno que se torna doloroso para tantas personas (no solo para las personas con discapacidad, porque hoy día la escuela la sufre mucha gente. De ser un privilegio ir a disfrutar del aprendizaje y la convivencia se convierte en sufrimiento para gran parte del alumnado, pero también de profesionales) eso es lo que hay que construir, una escuela en la que esto no pase. Y solo se puede construir cuando entendemos que todo el mundo tiene derecho a estar, a socializase con sus iguales (que son el resto de niños y niñas de su barrio, y no sólo una parte con determinadas características a los que llamamos con discapacidad) y a aprender y a ser valorado, así como sus aprendizajes.
¿Entenderíamos que si se hace daño a una parte del alumnado porque sea negro, gordo, gitano o cualquier otra característica debemos agrupar aparte al alumnado gordo, gitano, negro…? Nadie pensaríamos así. Diríamos que es inaceptable permitir que sufra determinadas situaciones, ya sea un “bulling activo”, o situaciones de aislamiento, soledad, falta de pertenencia, de grupo de amigos, de participación en los juegos etc. y pensaríamos que hay que hacer algo para remediarlo. Pero, ahh!, cuando se trata de alumnado con alguna discapacidad encontramos razonable, primero, que esto pase y segundo que lo lógico es que tenemos que apartar en un colegio segregado al alumno víctima de este maltrato en un centro sólo para alumnado que consideramos que tiene similares características (cosa que tampoco es cierta). Me pregunto por qué. ¿Por qué hacemos esta diferenciación con este colectivo?. ¿Por qué consideramos “normal”, lógico, correcto apartarlo?

Lo que no se ha explicado a la ciudadanía en general es que este tipo de prácticas con las que venimos separando al alumnado están condenadas por la ONU. Que ya se le han dado varios avisos a España para avanzar en la educación que llamamos inclusiva, es decir en la que TODO el alumnado tenga la OPORTUNIDAD de convivir y educarse junto. Es decir, es un derecho del alumnado que llamamos con discapacidad y también del resto, es un derecho de todo el alumnado, si no lo cumplimos estamos privando de ese derecho a todo el alumnado. Aunque evidentemente el más perjudicado es aquel al que oprimimos y discriminamos cuando lo apartamos. Esto no es una opinión con a que podamos jugar y enfrentar a unas familias y a otras. Es un derecho que hay que respetar, NO ES OPINABLE.
Cuando es abolida la esclavitud es ilegal someter o ser dueño de una persona, aunque una persona quiera ser esclava, no lo permitiríamos porque se vulnera su derecho. Si ahí lo tendríamos claro, ¿por qué con las personas con discapacidad no lo está tanto?
Porque “siempre se ha hecho así”. Pero ese no es un argumento válido, con este argumento la sociedad no hubiese avanzado lo más mínimo en muchísimos aspectos.
España se comprometió a avanzar en este sentido en 2008 cuando ratificó un tratado de derechos humanos como es la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (DERECHOS HUMANOS que estamos vulnerando desde el año 2008). Y esto no se ha explicado. No es un capricho de un gobierno, ni de un grupo político, o de un grupo de personas que quieran hacer experimentos. Es algo que está avalado por numerosas investigaciones, profesionales y probado en numerosos centros educativos en todos los países del mundo, países y centros educativos que han avanzado más o menos en ello.
Todos los centros ordinarios públicos cuentan con profesionales y con profesionales especializados para atender las necesidades de todo el alumnado. Fundamentalmente maestros y maestras de pedagogía terapéutica, maestros y maestras de audición y lenguaje, cuidadores o “educadores de educación especial” que se han ido generalizando en todos los centros. Algunos de estos centros ordinarios también están dotados de personal sanitario como fisioterapeutas, personal de enfermería, etc. en cualquier caso siempre se puede dotar de mayores recursos personales, si es necesario, pero si estos profesionales están en centros específicos, o centros de educación especial, ¿Por qué no pueden estar en centros ordinarios?
Hemos perdido una oportunidad de dar un empuje para avanzar en este sentido, a los miembros de nuestro gobierno les ha faltado ¿valentía?, ¿convicción?…o no sé qué y, sobre todo, ha faltado comunicación, pedagogía para hacer entender este derecho sin que nadie se lleve las manos a la cabeza o les parezca una barbaridad porque van a dejar al alumnado con discapacidad en la calle. No señoras y señores, NO.
Cuando las entidades que agrupan a cientos de asociaciones de personas con discapacidad están solicitando avanzar en la educación inclusiva y que el alumnado se escolarice en centros ordinarios o que desaparezca la posibilidad de que un centro ordinario RECHACE a un alumno o alumna, (como si fuese un bar que tiene reservado el derecho de admisión), o que no haya escolarizaciones forzosas en centros de educación especial, no es que de repente estén delirando y propongan una serie de despropósitos como están queriendo hacer creer a la ciudadanía. Ni que quieran que sus hijos e hijas se queden en la calle. ¿Cómo iba a ser esto así? Son sus hijos e hijas.
Sólo hay que mirar quién está en cada lado y qué hay detrás de cada uno. ¿Qué intereses hay detrás de mantener la educación especial? ¿Quienes están detrás de esas ideas? Porque las familias doloridas, maltratadas y expulsadas de la escolarización ordinaria, forzadas a la escolarización en CEEs ¿alguien cree que son capaces de montar toda la campaña que se ha desarrollado?. Cada quien que se responda a estas preguntas y averigüe la información que le falte.
Por otro lado los medios de comunicación con su actitud merecen un tirón de orejas. Han desinformado con su propia desinformación y falta de rigor y compromiso con los derechos humanos respecto a la educación inclusiva. Cuando no han mirado hacia otro lado, se han puesto descaradamente del lado de quienes propiciaban interesadamente información infundada, basada en bulos, tratando de provocar el miedo, la lástima y pena, que flaco favor hace al colectivo ya bastante estigmatizado.
Si queremos educarnos juntos tenemos que empezar a construir o seguir construyendo sobre lo ya avanzado en este terreno. Para ello hay que construir una escuela, ya que hoy día no existe, en la que aprendamos a convivir, y CONVIVIR significa que esas situaciones por las cuales sufre tan gran parte de nuestro alumnado, y con él sus familias y entorno, no podemos permitir que pasen.

María José G Corell

La locura no se cura con tortura

Hoy es Navidad y me parece un buen día para seguir concienciando y dando visibilidad a cosas necesarias.
Sigo teniendo presentes las palabras de mi amiga y compañera de activismo Patricia Rey.
Una mujer tan valiente y a la que admiro tanto.
Su valor es haber sobrevivido a tantos malos tratos por parte de la Psiquiatría sin romperse del todo y siendo la mujer valiente y luchadora que es, yo estoy convencida de que no lo hubiera logrado pues ya venía demasiado rota de mi infancia.
Mi recuperación se basa en mi Psicoanálisis y en los buenos cuidados que he tenido, y que cuando he recibido ciertas violencias de parte de la Psiquiatría como un exceso de medicación, mi psicoanalista me ha protegido.
Pero a ser atada durante días, a ser retenida meses contra mi voluntad, a ser medicada forzosamente hasta perder el sentido y no saber abrocharme una blusa, a eso no hubiera sobrevivido, estoy segura.
No ser psiquiatrizada pero sí escuchada y tratada con el bálsamo de la palabra ha sido lo que me ha salvado.
Creo que la medicina se debe al principio de “no dañar” y de respetar los derechos humanos cuanto menos, que hoy se vulneran sistemáticamente en las unidades de Psiquiatría.
A una persona herida no se la puede retraumatizar con esta violencia.
Porque no se ata para proteger al sujeto, se ata para castigar, se ata para que el paciente no moleste, se ata por sistema porque no hay personal. Atar es un fracaso de nuestra sociedad, atar es un fracaso de nuestra humanidad, atar a quién está sufriendo tanto es una inmoralidad.
La psicosis es una defensa frente a la hostilidad, no podemos ejercer más violencia a alguien que con su padecimiento se está defendiendo de la hostilidad del mundo, es redoblar su malestar.
La medicina tiene la obligación de cuidar, restaurar, proteger, escuchar el sufrimiento del sujeto, por mucho que le resulte incomprensible.
Todo mi cariño desde aquí a mis compañeros, tan valientes ellos, a todos mi admiración y cariño. Pero en especial a Patricia, amiga querida, ejemplo de valentía sin duda, inspiración para salir del armario y combatir a su lado humildemente desde primera línea.
La locura no se cura con tortura.
Y disculpad que me entrometa así un día como hoy pero el cambio necesario en salud mental depende de todos porque nos puede pasar a cualquiera, y es cuestión de todos tener un sistema más digno de cuidados.
No pedimos gran cosa, que se respeten los derechos humanos para no retraumatizar a personas tan heridas.

Silvia García Esteban

Luchar aunque no te falte nada, porque a algunos les falta todo

Me han contactado últimamente varias familias y he de decir que su dolor es insoportable. Realmente no lo puedo ni imaginar.
Alumnado que no es reconocido, que ya no es que no sea valorado, es que se devalua su esfuerzo y lo que sí hace. Cuando se le elogia alguna cosa siempre va un pero detrás, con unos objetivos de aprendizaje que no reflejan sus posibilidades reales, con comentarios que denotan dotes adivinatorias de cuál será su futuro, inmediato y lejano. Encima, tenemos la osadía de esperar, incluso pedir, agradecimiento como profesionales.
No nos entra en la cabeza que no estamos haciendo ningún favor, (flaco favor, por otra parte). Decimos unas lindezas que no tienen nombre.
No hemos entendido qué son las barreras ni los “ajustes razonables” y que que no proporcionarlos es un delito de discriminación. DISCRIMINACIÓN, DELITO, así, con todas las letras.

Alumnado que no es mirado como se merece, porque tenemos la mirada sucia. Y eso esta en nuestras manos, las de cada quien, para ponerse a trabajar sobre ello.

El otro día una amiga me recordaba la frase de Nacho Calderón que dice que es una cuestión de piel hacia adentro.

Entiendo que ese es el cambio, personal y profundo, que necesitamos, aunque no nos demos cuenta de cuánto lo necesitamos.

Tal vez cuesta verlo, darnos cuenta puede que sea complicado, porque es la mirada generalizada, no sólo en la escuela, también en la sociedad.

Es la manera de mirar, la mirada hacia el alumnado, la mirada hacia el otro, lo que determina cómo se va a sentir, qué oportunidades le vamos a dar… Como dice Skliar: una mirada puede habilitar un destino.

Al final no es otra cosa sino cómo entendemos al ser humano.

Pero decimos Decreto de inclusión, y se nos llena la boca.
Visto lo visto, podríamos enmendar a Lampedusa en un acto de gatopardismo y, rizando el rizo, decir: Que nada cambie, para que todo siga igual.

Si, como dice Skliar, un sólo sufrimiento es el sufrimiento de la humanidad ¿Cómo poder decir que he (hemos) hecho lo suficiente?

Hay que seguir luchando.

“Luchar aunque no te falte nada,
porque a algunos
les falta todo”

María José G Corell

Por el mero hecho de existir

Como “lo que no se ve no existe” Siempre intento mostrar las realidades de las personas con las que trabajo.
Lo cierto es que cuando le dices a alguien que trabajas con personas con diversidad funcional el imaginario popular suele limitar a la hora de entender que es lo que supone exactamente ésta labor.
Pues bien, yo soy integradora social, trabajo con personas con diversidad funcional, comúnmente se me conoce como educadora y esto supone acompañar en cada paso. Desde apoyar en un lavado de dientes, a preparar una entrevista de trabajo, poner una lavadora juntxs a recordarte porque no puedes pasarte toda la noche viendo la TV.
Supone trabajar para que todxs tengamos posibilidades de tener una vida plena.
Supone vínculo, supone amor, supone risas, supone abrazos supone convertir en tu familia a las personas con las que trabajas e incluso ser la única familia que tienen. Supone a veces mucha tristeza al acompañarles cuándo van perdiendo a sus familiares y se quedan solxs en el mundo sin más apoyo que el nuestro y el de nuestrxs compañerxs.
Supone, ver cómo enferman y acompañarles mientras se apagan.
Pero la vida sigue adelante y nosotrxs continuamos en segunda línea luchando junto a ellxs por hacer de éste mundo un sitio más amable y más justo para todxs.
La primera línea de batalla es para ellxs que tienen que luchar siempre el doble para conseguir la visibilidad y los derechos que todxs tenemos por el mero hecho de existir.

Tania Alaya Garcia