“¿CLARA, A TÍ TE GUSTA TENER SÍNDROME DE ÁNGELMAN?”

Desde que recibimos el diagnóstico de Clara, nuestra hija pequeña, hemos hablado con naturalidad del mismo en casa tanto con ella como con sus hermanos. Hemos respondido a las preguntas que nos hacían de forma espontánea, hemos verbalizado y explicitado las barreras que supone crecer con Síndrome de Ángelman y la importancia de prestar las rampas necesarias para alcanzar, en la medida de los posible, la equidad en las oportunidades.

En definitiva: no lo hemos tratado como una tragedia. Más bien como un desafío, uno de esos que te pone la vida. Es cierto que ha sido (y sigue siendo) un reto de los que no esperas a priori, de los que nunca piensas que te van a ocurrir, de los que temes, por las connotaciones que tiene la discapacidad en nuestra sociedad, pero nunca como una tragedia, nunca con una mirada condescendiente.

Una de mis obsesiones desde el inicio ha sido que Clara no escuche a todas las personas de su alrededor, durante todo el tiempo, lo que NO puede hacer. ¿Os imagináis desarrollaros en un ambiente en el que todo el día se os recuerda aquello que no se os da bien, aquello que no podéis conseguir? Por mi profesión conozco bastantes personas (sin ninguna mutación genética ni “discapacidad”) que no pueden disfrutar de si mismos y ni de los demás, que sufren mucho cada día, en parte, porque cuando eran niños no tuvieron espejos que les reflejaran sus virtudes y sus fortalezas sino que fueron espejos que les recordaban cada día lo que NO eran, espejos que les invisibilizaban.

Tener una mutación genética, tener un diagnóstico, tener un síndrome, tener autismo, tener un trastorno mental, tener “discapacidad”, no tiene por qué verse de forma condescendiente, no tiene por qué dar pena. A nadie nos gusta dar pena. A ellos tampoco. A todos nos gustan que nos miren con respeto y dignidad. A ellos también. Porque ellos somos nosotros y nosotros somos ellos. La discapacidad está en cada uno de nosotros, de una forma u otra.

Hace unos dos años Clara nos sorprendió (tenía entonces 4 años) mostrando conciencia de tener Síndrome de Ángelman.

Un día, estaba vistiéndola con la camiseta de la asociación y comenzó a señalarse. Le pregunté: ¿quién tiene síndrome de Ángelman? y respondió orgullosa señalándose y sonriendo.

Hace poco le pregunté ¿Te gusta tener síndrome de Ángelman?. En esta ocasión, me respondió seria y con gran determinación: NO (con gestos).

Vivir con síndrome de Angelman no es nada fácil. A mi hija le han tocado unas cartas peores (a priori) para jugar la vida. Pero saberlo desde etapas tempranas, conocer en qué consiste, el por qué y las barreras que supone, le ayuda (y le ayudará) a conocerse y entender mejor las personas y el mundo que le rodea. Le ayudará a desarrollar una identidad sólida y a construir autonomía y autodeterminación.

Tener un diagnóstico, tener una mutación, tener un síndrome, tener “discapacidad” no es algo de lo que avergonzarse. Es algo con lo que hay que aprender a convivir, como otras muchas de nuestras facetas personales.

¡Estamos muy orgullosos de ti Clara!

Ruth Candela Ramírez

Respeten y cumplan la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Mi hijo de 13 años tiene autismo.

El Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya ha considerado que necesita medidas y apoyos “intensivos” para poder formar parte de la vida escolar ordinaria durante la etapa de primaria.

¿Y cuáles son estas medidas y apoyos “intensivos”?

– estructuración de espacios facilitadores del trabajo individual: por ejemplo, rincones específicos

– desarrollo de la comunicación y el lenguaje: lenguaje oral o SAAC

– actividades de aprendizaje explícitas, la importancia del trabajo a partir de los propios intereses teniendo en cuenta la intervención y la valoración cuando estos son muy restringidos

– los apoyos intensivos SIEI, CREDA, AIS… dependerán de las necesidades de apoyo de cada alumno y su entorno

La falta de formación a toda la comunidad educativa hace que estas medidas y apoyos “intensivos” sean:

– salir del aula ordinaria

– no tener opciones de comunicación alternativas, teniendo en cuenta los adelantos tecnológicos en este sentido

– valorar sus intereses como “muy restringidos”

– convertir el “SIEI” (soporte intensivo educación inclusiva) en un aula, por costumbre y comodidad de los docentes, remarcando que es el lugar donde “él está mejor”

El cambio a secundaria lo vive en pandemia y va acompañado de una propuesta de escolarización al CEE que le asignan por zona, dado que consideran que aquellas medidas y apoyos “intensivos” de la primaria, ahora son “indebidos y desproporcionados” y así lo hacen constar por escrito en el documento oficial de “previsión de apoyos y propuesta de escolarización para alumnado con necesidades educativas especiales”.

El derecho de mi hijo a una educación inclusiva, ni está, ni se le espera.

Mientras la transformación del sistema educativo no se haga con el convencimiento de contribuir al desarrollo de una sociedad equitativa, justa y democrática, se seguirán vulnerando los derechos de las personas.

Mi hijo es un adolescente valorado con un grado tres por la ley de la dependencia. No entiende ni siente el mundo como tú o como yo. No habla para comunicarse, esto hace que el sistema lo clasifique como un ser humano con una discapacidad intelectual indeterminada.

Él es una persona vulnerable porque los demás somos un peligro al no aceptarlo tal como es y querer instruirlo constantemente para que parezca lo más “normal” posible.

El Decreto catalán 150/2017, de 17 de octubre, de la atención educativa al alumnado en el marco de un sistema educativo inclusivo, avala estas acciones discriminatorias y no mira al futuro eliminando cualquier tipo de segregación educativa. Al contrario, utiliza una Sentencia del Tribunal Constitucional, de 27 de enero de 2014, para decir que “los ajustes que tiene que hacer la Administración educativa para atender el alumno en un centro ordinario son de carácter desproporcionado o indebido y, por lo tanto, las necesidades del alumno no pueden ser atendidas en el marco de las medidas de la atención a la diversidad”.

Desde el año 2014 hasta hoy, hay varías Sentencias totalmente contrarias a la que el Decreto catalán se aferra para continuar con la segregación forzosa.

¿Sabéis por qué es forzosa?

Pues porque no quieres que tu hijo esté solo en situaciones en las que sabes que requiere de apoyo, sobre todo humano. Como por ejemplo, atenderle cuando va de vientre. Es muy fuerte tenerlo que imaginar saliente del wc a un pasillo de un instituto buscando ayuda con los pantalones y los calzoncillos por debajo de las rodillas. Dicen que no puede ser atendido en el marco de las medidas de atención a la diversidad.

Esta es la realidad del Decreto catalán que debe ser reformado urgentemente. 

Respeten y cumplan la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

#CDPD

Marta Cabello