La sonrisa más bonita del mundo.

​Dicen que si sueñas muchas veces lo mismo a final ese sueño se hace realidad . 

Llevo casi 4 años con el mismo sueño: Escuchar la vocecilla de Ares decir “mamá”. Todas las noches, cuando acuesto a Ares y nos acurrucamos, le repito la misma frase: “Bona nit, Ares. Te quiero”. Y me quedo en silencio esperando que algún día ella conteste: “Yo también te quiero, mamá”. Como ese día no llega, hemos aprendido a sentir el silencio, a interpretar sus gestos, sus miradas…
El Autismo llegó a nuestras vidas hace aproximadamente 4 años como si de un tsunami se tratara. Se llevó por delante parte de nuestros sueños, parte de nuestras vidas.
Los inicios me cogieron con fuerza.  Empezamos el peregrinaje de pruebas, visitas a especialistas, etc… con un objetivo: Encontrar al profesional que me dijese que lo nuestro había sido un error, que era cuestión de tiempo, que todo era un sueño o, mejor dicho, una pesadilla, y que algún día íbamos a despertar. 

Pero no fue así. 
Llegaron entonces los días de dolor. Dolor en el alma, ese dolor que nadie entiende y que poca gente quiere entender. Hasta que un día, sin motivo aparente, respiré hondo y me armé de fuerzas para salir hacia adelante.
Fue entonces cuando comprendí que el camino no iba a ser fácil, que iba a estar lleno de piedrecitas, unas más grandes otras más pequeñas; unas las saltaremos, otras las rodearemos, otras no podremos superarlas, pero lleno de piedrecitas.

 

Y aquí seguimos construyendo nuestro camino. El que tú nos marcas, sin prisa, pero sin pausa. Siempre con una sonrisa. La sonrisa más bonita del mundo.

Esther Marquina, mamá de Ares, una preciosa niña con autismo.

https://enelmargenn.wordpress.com/

Mi historia

Hola Belén, ante todo felicitarte por tu labor diaria de dar visibilidad al autismo tan importante para quien vivimos con el cada día. Soy mamá de un niño de 2 años y 4 meses con TEA,un precioso niño valiente y trabajador que me llena se ilusión y esperanza cada día y por el que también sufro a diario la icertidumbre de su futuro.

Pertenezco a una asociación donde recibe terapia diaria y hace unos meses me pidieron realizar un video donde contase mi historia con el fin de ayudar a padres que estén pasando por ese primer momento,te escribí por Facebook pero creo que no te ha llegado,espero ayudar con el a cuantos padres pueda y si no intentar hacer entender a mucha gente la situación por la que se pasa. Un abrazo y felicidades por esa preciosidad de niña que por cierto se llama como mi niña mayor de 5 años.

Fátima Ojeda Ramos, mamá de un niño con autismo.

La promesa de aceptar 

Inmediatamente después del diagnóstico, después de un año buscando una definición o explicación al comportamiento de mi hijo, al por qué de su ausencia de lenguaje , al por qué de sus conductas, con el alma desgarrada no pude evitar sentirme aturdida y confundida. No sabia si aceptarlo o pensar que podían estar equivocados, lo que si recuerdo perfectamente es que la realidad del diagnóstico fue muy abrumadora. De pronto todos los sueños y esperanzas que deposité como madre en mi hijo se esfumaron y dieron paso al miedo, a la angustia de no saber como iba a ser su vida a partir de ahora.

Madurando mi dolor, aceptando mi nueva realidad, una vez derramadas todas las lágrimas de impotencia, de mis pensamientos negativos, de mi frustración, que no eran más que un obstáculo en mi camino, no podía permitir que el destino tuviese escrito lo que muchas personas piensan de un niño con autismo. Es mi deber como madre escribir su camino teniendo claro que el autismo no iba a arrebatarme el amor más grande del mundo “Mi hijo”. Lo cogí en mis brazos y mirando sus ojos, que no me miraban pero sí sentían, hice una promesa que venia de lo más profundo de mi alma y que podría ser muy difícil de cumplir, pero necesitaba hacérsela a mi niño especial para crear en mi, confianza y lealtad, hacia ella.

Hay promesas irrealizables cuando la vida nos va llevando por caminos que no deseamos, cuando vamos aprendiendo y sintiendo experiencias  que nunca imaginamos, experiencias que son parte del crecimiento, dándonos cuenta que pueden ser muy frágiles, pero cuando son del alma, no necesitan de ningún acto ceremonial, nacen desde el coraje que solo una madre puede tener, son las que nos ayudarán a continuar en nuestro camino y las que impulsadas desde nuestros corazones se convertirán en parte de nosotras mismas, esas promesas jamás se podrán romper.

Hace 8 años hice esta promesa, parece una eternidad, para darme cuenta de que en realidad ya la había hecho cuando gestaba en mi vientre a mi hijo. “Hijo mio, siempre lucharé por darte lo mejor de mi vida, y pase lo que pase siempre estaré a tu lado sin importarme nada más que tu ser.”

Imagino que la mayoría de las madres hacen este tipo de promesas a un hijo antes de nacer pero para una madre o un padre de un niño con necesidades especiales, que tendrá dificultades para desenvolverse en un mundo caótico, con problemas de comunicación, con unas conductas impropias, con una manera de ser y de pensar diferente, estas promesas a veces sufren grandes metamorfosis.

Estos niños nos ponen a prueba hasta el límite. Cada día de su vida es difícil, complejo y muy duro, solo deseamos que se hagan mayores y tengan una vida digna, porque en el día a día, los avances que vemos son tan pequeños que, a veces sin darnos cuenta les ponemos el listón muy alto, ni importancia les damos y necesitamos mucho tiempo para poder valorarlos. Confieso que he tenido muchos momentos en que sentía que no iba a ser capaz de mantener la promesa que te hice por mi incapacidad de darme cuenta que en ti no había nada que cambiar, que la que tenia que cambiar mis expectativas era yo misma. Hasta que llega un día que descubres que debes actualizar tu promesa. Realmente no puedes cambiar a tu hijo, o quizá sea mejor decir, no debes cambiar a tu hijo. Sí debes trabajar para ayudarle, darle herramientas, que tenga las oportunidades para avanzar y evolucionar, es decir, le ayudas a que pueda andar su camino, pero debe hacerlo él, no tú.

Y ves que muchas de las promesas que hacías van sufriendo una metamorfosis, un cambio, una adaptación a la realidad. Descubres que quien más cambia eres tú. Y recuerdas, a veces con cierta ironía, la larga lista de promesas autoimpuestas, y que un día sin darte cuenta, fueron desapareciendo de tu mente, siendo sustituidas por otras mucho más adecuadas y lógicas.

¡Vamos a vencer al autismo! Aún no sabía yo que vencer al autismo implicaba vencer a mis propias ideas preconcebidas. Buscas un éxito que no es válido, vencer implica cambiar a tu hijo. ¡Qué difícil es que un padre o una madre se cure del autismo!, ya que somos nosotros quienes deben ser curados o recuperados, no nuestros hijos. Y cuando por fin te curas, las cosas cambian. Vuelves a tener un hijo, un hijo sano, guapo y muy feliz.


Y en ese momento entiendes muchas cosas, y acuñas nuevas máximas vitales. Y entiendes que aceptación no es sinónimo de resignación. Aceptar es entender y enfrentar de forma adecuada una situación de vida, o quizá, la propia vida en todo su conjunto. Es cambiar el significado de la palabra éxito, y dejas de medir los éxitos de tu hijo por comparación a los éxitos de los demás, y descubres que estás valorando los logros de tu hijo en base al esfuerzo y al trabajo, en base incluso a los malos momentos, que son muchos. Así mido yo los éxitos de mi hijo. Porque esos éxitos son reales, son tangibles, son los suyos, sin necesidad de compararlos con los de los demás. Y en ese proceso, aprendes también a medir tus propios éxitos, a darte cuenta de que durante años has evaluado de una forma absurda muchas de tus aspiraciones en la vida.

Aceptar también implica entender el drama vivido, entender que no solo nuestros hijos tienen debilidades y fortalezas. Como madres y padres también hemos de ser conscientes de nuestras limitaciones, pedir ayuda no significa que seamos malas madres, todo lo contrario, es una prueba cierta de que somos conocedoras de nuestras capacidades, y por tanto, somos valientes para saber cuando necesitamos el apoyo de otras personas. Pero también necesitamos la fuerza necesaria para poder enfrentar esta situación desde la serenidad, ya que debemos reflexionar y sopesar siempre todas las decisiones que tomamos, nada es banal. Incluso decisiones que para cualquier otra persona no tienen mayor relevancia, para nosotros son siempre acciones revestidas de una logística previa, de evaluar y sopesar todas las consecuencias, de investigar,…, en suma, de acabar pareciendo especialistas en casi todo.

Esa aceptación, sin embargo, también implica ser conscientes de que vamos a tener que luchar mucho y muy duro contra situaciones que incluso serán absurdas, porque aceptar no es dejar de luchar, sino luchar desde otra magnitud. No luchas contra el autismo, luchas contra el entorno. Y sobre todo, esto sucede cuando consigues dejar de ver a tu hijo como un diagnóstico, como una batería de problema inacabables, y ves a tu hijo de otra forma. Sabes que vas a tener que enfrentarte a la incomprensión social, a la exclusión, a la marginalidad, a la falta de comunicación,…, vas a entender perfectamente a tu hijo, ya que vas a pasar por procesos muy similares, y es en ese momento es cuando descubres que el autismo va más allá de una etiqueta diagnóstica y tiene un alcance que se extiende por todas partes, es como un manto que cubre a muchas más personas de las que nos pensamos.

Al final, la promesa única es quizá la más genérica, “Hijo mio, siempre lucharé por darte lo mejor de mi vida, y pase lo que pase siempre estaré a tu lado sin importarme nada más que tu ser”, porque esa es la esencia básica de la mayor promesa que una madre puede hacerle a su hijo. Reajustar nuestras expectativas a lo racional, superando las fronteras del autismo y estableciendo nuevos territorios, cambiando muchos de nuestros propósitos por la simple y siempre compleja búsqueda de la felicidad. Atravesar la frontera de la normalidad, sin pasaporte, nos lleva a descubrir un mundo diferente, y por cierto, más poblado de lo que mucha gente piensa.

“A mi hijo, porque  me enseñó que con un abrazo puedo acallar al mundo entero y ver con los ojos del corazón”

Delfina Pérez

Presidenta de la Fundación Autismo Diario

https://autismodiario.org/2013/05/05/la-promesa-de-aceptar/?doing_wp_cron=1474646749.9809300899505615234375

Nuevo curso, nueva mirada.

El Guggenheim es uno de mis edificios favoritos. Por muchos motivos como su estructura, su distribución interior, la luz que se cuela por entre los ventanales o la luz que ilumina los paneles metálicos de la fachada. Habrá quien no comparta mi opinión, quien no aprecie sus cualidades, pero pese a todo, a mí me sigue emocionando.

Este verano estuve allí, disparando cientos de fotografías porque, en mi opinión, cada rincón era especial, cada espacio tenia alguna imagen que era imprescindible captar. Fue entonces, tomando esas fotos, cuando poco a poco fui descubriendo sus tesoros, las características que hacen de él un edificio singular e irrepetible. Aprendí que hay que detenerse, escuchar y observar sin prejuicios, dejándose sorprender por su belleza.

Es así como entiendo la vida, como aprendo y también educo a mis alumnos, descubriéndolos con una mirada curiosa y abierta, conociéndolos y dejando que me sorprendan. Somos muchos los profesionales que trabajamos con alumnos con necesidades educativas especiales, y lo hacemos descubriéndolos y conociéndolos sin prejuzgar ni dar nada por seguro, sin ponerles limitaciones, acompañándoles en su proceso de aprendizaje y potenciando sus capacidades más allá de centrar nuestra atención únicamente en sus dificultades.

Iniciamos un nuevo curso, nueve meses de intensas emociones, seguro. Y hoy me gustaría invitar a aquellos que aún no lo han probado a que se arriesguen, a que miren a sus alumnos con otra mirada, como si del Guggenheim se tratara, porque más allá de cualquier etiqueta o de cualquier diagnóstico hay un niño, una persona con capacidades, gustos, emociones… Un síndrome es sólo una de las características de una persona, no la define y no debería limitarla. Les invito a que redescubran a sus alumnos y disfruten de la experiencia y la riqueza que nos aporta la diversidad, porque sólo cambiando nuestra forma de ver las cosas conseguiremos que las cosas cambien. Feliz inicio de curso! 🙂

Rosa Aparicio, mamá de un chico con asperger y autora del blog “Ipads y autismo” 

http://ipadsautismo.blogspot.com.es/?m=1




Un montón de besos guardados en los bolsillos

​Ya cae la noche antes, recordándome que ya mismo comienza todo otra vez. Te confieso mi amor que no sé si tendré las fuerzas necesarias para seguir en este teatro. 

Cae la noche y como una piedra caen sobre mi los miedos y las angustias. Anoche fue horrible, no podía dormir pensando en ello, la vuelta al colegio supone un desafío para mi fortaleza. 

Hemos vivido desafortunadamente tantas cosas que no te mereces…

Me siento culpable por tantos años de improvisaciones educativas. Por cargar el peso de los recortes o la desinformación sobre el autismo.

Me parte el alma ver hasta las condiciones del aula, es como decirnos que jugamos en otra liga 

Pero por qué vivimos esta desidia, 

Por qué os abandonamos desde el inicio de todo 

Por qué no pedir lo mismo que para el resto.

A veces me siento culpable por todo lo que no puedo darte.

A qué sabrán los desvelos de las otras madres, esas que tienen un principio, un durante y futuro que ofrecer. Nosotros como dijo el poeta hacemos camino al andar . 

Y nos hacemos fuertes en nuestra lucha. Siempre con la cabeza alta y con un montón de besos guardados en los bolsillos. 

Al ver esa sonrisa, me doy cuenta que todo merece la pena y que no vamos a dejar de tratar cambiar nuestra vida. No pretendo grandes batallas,  solo conseguir trazar una senda para ti, amor 

Cuando vuelva a caer la noche recordaré que siempre amanece. 

Gracias por hacerme ver la vida de otro modo y darle importancia a cosas importantes, como tu felicidad.

Maite Gavilán, mamá de Hugo, diagnosticado de autismo.