Cárcel

Primer día de clase, lunes día 9.
Primer exámen, viernes día 20( anotado hoy en la agenda)
Si empezamos a este ritmo, es posible que superemos la friolera de los 55 exámenes que SUFRIERON el curso pasado( sexto de primaria)
Venga, vamos, a ver si conseguimos ir a los Guiness.
Indira va sin presión, ella con muy buen criterio está convencida que la que se examina no es ella, sino su profe del curso pasado. Así se lo he explicado, que la nueva profe quiere saber que fue capaz de enseñarle su profe de sexto. Y por lógica de eso se trata, ya que en 9 días lectivos es improbable que se les haya enseñado tanto como para osar a examinarles.
Así que ella está tranquila, y yo estoy horrorizada.
Y cual Benigni en la Vida es Bella, trato de crear la ficción de que aunque en realidad lo parezca, no es un campo de concentración. Nooo, es divertido, es chulo, es genial.
Y me viene a la mente una imágen que vi de Nacho Calderón, de una señal de COLEGIO en la que se había tachado la palabra colegio para sustituirla por CÁRCEL.
Y la escuela debería sentirse como CASA y no como CÁRCEL. Un lugar al que estar deseando ir( yo así la recuerdo)y no un lugar del que estar deseando salir. Un lugar para disfrutar aprendiendo, y no un lugar en el que engullir conocimientos para después vomitarlos en una hoja( eso el que puede).

Ella no quiere ir al colegio, y yo la entiendo. 55 exámenes se dice pronto, pero esto significa ir a examinarse casi todas las semanas( hasta dos y tres exámenes semanales). Y este curso pinta que puede ser aún peor, tal y como empezamos.
Pero ella va a ir tranquila, porque está convencida que no es ella la que se examina. Asi hay que andar….Ella tranquila, yo horrorizada
No le va a dar tiempo a repasar los aditzak( verbos) en dos días. Pero en todas las situaciones se aprende algo. Indi ha aprendido dos expresiones( que son las que me han salido cuando he visto la agenda): ” si me pinchan no sangro”/ ” es para m*** y no echar gota”.Comprende su significado y las emplea correctamente y en el contexto adecuado.
Yo he aprendido a pensar y actuar como Benigni.
Voy a empezar a publicar un DIARIO DE UNA DESESCOLARIZACIÓN FORZOSA. Cuánto más veo el sistema, más convencida estoy de que ese puede ser el camino.
Urge un cambio, es lamentable estar prisioneros de un sistema que mata la ilusión por aprender, el disfrute de hacerlo. Un sistema que convierte lo que debería de ser disfrute en pesadilla. Un sistema empeñado en que demuestren continuamente( y todos demostrando de la misma manera) qué saben ( y sobre todo qué no saben).
Y mientras tanto….LA VIDA ES BELLA…intentar que ella no sufra o que sufra lo menos posible, para pasarlas canutas ya estamos los padres. Pero es muy lista y no creo que pueda mantenerle mucho tiempo en esta farsa.

Noemi Preciado Zufiaur

Cambio

Dicen en psicoterapia que introducir un pequeño cambio puede llagar a provocar un cambio mayor que suponga una auténtica transformación. Como lo diría mi amiga Fernanda Valdés: “efecto mariposa”

Cambiar no es fácil.

Quienes me conocéis, aunque sólo sea por aquí, sabéis que uno de mis “temas” es el cambio: cómo se produce, cómo propiciarlo…

Cambiar el sistema educativo es una tarea demasiado compleja y ambiciosa. Pero sí busco cambiar yo primero y, si es posible, contribuir a realizar un pequeño cambio en mi entorno.

Sí tengo un deseo: me gustaría que los niños y niñas no sufrieran en y la escuela y, por tanto, que tampoco sufrieran sus familias con ellos y ellas.

Cada inicio de curso se repite lo que ya parece ser de ritual entre determinadas familias.
Se repiten frases de ánimo unas a otras debido a la angustia y ansiedad que les provoca el inicio de curso.

Cuando tengo noticias de determinadas situaciones injustas, con el estómago encogido, también me veo en la tesitura de tener que desear suerte, fuerza, ánimos, etc. a demasiadas familias para afrontar el inicio de curso. Familias que se ven en la obligación de informarse, formarse, leer leyes, etc. para poder defender los DERECHOS de sus hijos e hijas, (más que defenderlos se trata de hacer que se cumplan, porque reconocidos ya están).
Para que se reconozca a sus hijos e hijas por lo que son y no por sus etiquetas y para que cambiemos las expectativas que tenemos hacia ellos y ellas. Para que cambiemos la mirada con la que miramos y vemos a tantas personas.

Familias que tienen que orientar en demasiadas ocasiones la intervención con sus hijos e hijas, y, en el mejor de los casos las escuchan, (que sigan sus recomendaciones ya es todo un logro). Familias que tienen que realizar reclamaciones en el colegio, ante los equipos de orientación, equipo docente, inspección, direcciones territoriales, etc.

Este esfuerzo y este dolor no tiene nombre. Bueno, sí que lo tiene y es injusticia, maltrato…

En este inicio de curso me vienen dos palabras que me gustaría desearos: ilusión y esperanza.

Son dos sentimientos que acompañan mi estado de ánimo en este inicio de curso. Espero poder ser capaz de transmitirlos y contagiarlos.
Tengo la esperanza de que será un curso diferente, de que es alcanzable lo que deseamos, que será un curso de cambios.

Os deseo ilusión y esperanza en este inicio de curso.

María José G Corell

Imagen: Nerina Canzi

Más humanidad

En 1925, un 17 de septiembre como hoy, el autobús en el que viajaba la pintora mejicana Frida Kahlo colisionó contra un tranvía.
Como consecuencia del violento choque, la artista (de 19 años) sufrió heridas y fracturas que la postraron en la cama durante un mes. Salió del coma en el que sobrevivió con la columna vertebral rota, la clavícula, las costillas, la pelvis, la pierna y el pie derecho fracturados en diversos lugares.
En su niñez había tenido polio, enfermedad que le dejó de forma permanente la pierna derecha más delgada que la izquierda.
Siempre la miraron de forma distinta y sufrió acoso escolar por caminar y vestir de forma diferente.
Ser diferente es algo que nos pasa factura tarde o temprano.
No somos la sociedad del siglo XXI que había imaginado.
Seguimos señalando y tratando en inferioridad de condiciones a las personas con diversidad funcional.
“Los normales” tan prepotentes como absurdos seguimos creando espacios de exclusión social.
Yo no pienso participar de este juego tan sucio. A mi lado tienen cabida las diferencias y los distintas formas de convivir y relacionarnos. Yo hago cultura y educación inclusivas y si no sé cómo hacerlo pregunto, me formo y me informo.
Maestros del mundo, administraciones educativas, menos burocracia y evaluaciones iniciales y más valorar el hecho de enseñar y aprender todos juntos, en igualdad de condiciones; más humanidad.
#proyectofrida #educacionparatodos #bastaya

Ana Robles Anaya

¿Es solo un sueño o en verdad ya no habra más gente volviendo la cara?

Volviendo la cara
a los débiles y oprimidos;
y las palabras que dicen
y que no entendemos
“No pienses que aquello que les pasa
es solo un problema de sufrimientos ajenos
o encontraras que te estas uniendo
al método de volver la cara”
Es un pécado que, a toda costa
la luz se este convirtiendo en sombra?
y eche un manto
sobre todo lo que hemos conocido?
sin importarnos jerarquías sociales
conducidos por un corazón de piedra,
podriamos descubrir que estamos
completamente solos
en el sueño de los orgullosos.
En las alas de la noche,
mientras el dìa se agita,
los sin voz se unen
en un acorde silencioso
empleando palabras que tu encontrás extrañas
e hipnotizantes; mientras ellos encienden la llama,
siente el nuevo viento del cambio
en las alas de la noche.
No más volver la cara
a los débiles y a los oprimidos,
no mas volver la cara
ante el frío interior;
hay un solo mundo que todos deben compartir;
no alcanza con pararse y mirar,
¿es solo un sueño o en verdad
ya no habra más gente volviendo la cara?

ON THE TURNING AWAY,
PINK FLOYD
(aunque no es del disco de la camiseta de Leo )
Traducción sacada de Internet

Safrica Patricia R Calpe, madre de tres corderos y poeta del tres al cuarto y mitad.

#autismo #pinkfloyd #leo #autism #thedarksideofthemoon #espejo
@autismportrait

A todas las MADRES

Hay rincones de la memoria donde se acurruca el dolor. Y aun siendo partidaria de mirar hacia delante, de creer que es posible construir un mundo más justo, a veces aquel doloroso pasado se despierta y me visita.

Y estos días lo hace insistentemente… No dejo de pensar en las madres, especialmente en las más jóvenes, que además de preparar, ilusionadas como todas, las mochilas para la “vuelta al cole” de sus hijos, han de prepararse para llenar la suya propia con dosis extraordinarias de energía y determinación, mezcladas de esperanza, mucha esperanza… para enfrentarse a un miedo que nunca debería estar en ellas porque ellas solo sienten amor, un amor inmenso por el hijo. Porque si lo está, si el miedo se instala en sus vidas, viene de fuera, de otros miedos ajenos que las convierten en combatientes a su pesar.

Pero no, el miedo no está en ellas -en nosotras-, sino en esas otras madres, amantes de sus hijos como ellas, presumiblemente empáticas con ellas; pero tan distintas, tan equivocadas, tan condicionadas por unas expectativas académicas para sus hijos, que al mirar hacia otro lado, también contribuyen a rechazar al diferente, dejándolo fuera no solo del aula, sino del mundo.

Y a la vez, aunque parezca paradójico, aconsejadas por el prejuicio, también esas madres, abandonan a sus propios hijos en brazos de la competitividad, impidiendo que crezcan en plenitud, como personas, rodeados de la riqueza de la diversidad que hay en nuestra humanidad.

Y me veo reflejada en ellas, en las madres diversas, porque estos días me visita su dolor, que es el mío. Aquel dolor y la soledad que me acompañaban en los inicios de curso de mis hijos, porque aquellos días también yo me sentía rara, diferente, invisible.

Primero fue la escuela infantil de Ángel, de la que guardo un maravilloso recuerdo -en los años ochenta aquellos maravillosos educadores fueron pioneros en integración- . Las madres de sus compañeros se limitaban a saludarme, nadie me preguntaba por Ángel… En las reuniones de padres nadie mostraba interés cuando las educadoras hablaban de la importancia de la integración. Y naturalmente yo asistía con la soledad por compañera; estaba allí pero en cierta forma no existía para ellas.

Años después cuando Sofía comenzó su etapa escolar también me sentí diferente. Por entonces Ángel ya estaba escolarizado en un colegio de educación especial, el único que se ajustaba a sus necesidades. Y, claro, ver a aquellos padres de niños de tres años preocupados, ya en la primera reunión en el aula, por la maldita competitividad me parecía tan triste! Mi hija tenía la misma edad y sin embargo yo solo aspiraba a que ella, una niña sana, despierta, ávida por aprender -¡qué más pedir!-, fuera feliz con aquella experiencia, que hiciera amigos, que aprendiera a convivir. Durante un tiempo me sentí en tierra de nadie, una madre rara.

Por supuesto que nunca olvidé la importancia de la formación académica de Sofía, pero siempre creí que para que una persona sea completa, su formación había de ser integral. Y también siempre creí que los valores se aprenden en la práctica del día a día, en la convivencia. Lo que a mí me preocupaba era que mi hija se formara como persona, que fuera buena, amable, respetuosa, para que pudiera ser una persona libre, sin prejuicios; una persona íntegra, justa.

Confieso que, aún sabiendo lo que quería para mis hijos, el derecho a desarrollarse como personas, en igualdad de derechos, entonces no fui capaz de levantar la mano para decirlo, ni en uno ni en otro colegio. Quizás no confiaba lo suficiente en mí ni en la empatía de las otras madres, quizás me faltaron las fuerzas para propiciar ese cambio de mirada…

Pero hoy, desde aquí, desde lo vivido, que es tanto, tengo la fuerza que me da el amor de mis hijos y la responsabilidad social que también a mí me corresponde de apoyar a unas y otras madres, de contribuir a cambiar miradas.

Pero hoy sí levanto mi mano (debo y quiero hacerlo) para decirles… A ellas, las madres incapaces de mirar más allá de su miedo, les diría que se acerquen a conocer las diferencias, para ayudar a que sus hijos crezcan sin prejuicios, y se desarrollen como personas completas. Porque algún día ellos serán los adultos que proyectarán ciudades accesibles para todos, que cuidarán de su salud, que educarán a otros niños -¡quién sabe si un nieto suyo con diversidad funcional!-. Adultos que dirigirán la residencia donde tal vez ellas pasen sus últimos años… En fin, les diría que solo si sus hijos son seres humanos completos ellas podrán confiar en que no mirarán hacia otro lado como ellas hacen ahora.

Y a vosotras, madres diversas como yo (si es que no lo somos todas), os digo desde este humilde espacio que no dejéis de luchar, porque os asiste la verdad, la justicia. Os digo que no estáis solas, que os admiro, que juntas somos más fuertes, y que cuando desfallezcais miréis a vuestros hijos a los ojos -a mí nunca me falla con Ángel-, porque allí hallaréis siempre dispuesto el antídoto contra el dolor de la indiferencia, allí habita la verdad: el AMOR!!🌹❤

María Luisa Fernández de La mirada de Ángel

Niña que lee.

La niña lee, es decir: busca con sus manos, su respiración y sus pies un lugar que no reconoce, ése tiempo que no ha vivido, las palabras que no posee ni pronunció todavía.
Mientras lee se mueve a veces como pájaro y otras como serpiente o hechicera, porque al leer descubre cuánto las palabras pueden resonar a páramos o a praderas o castillos de nubes crecientes.
En su boca hay unos sonidos mudos, indecisos, a la espera de un viento que sacuda y arranque las raíces del enigma o de una tenue brisa que la ayude a percibir el relieve del sitio donde, al fin, se desencadenará la rabia, la indiferencia o la obstinada dicha.
La niña insiste en recorrer el libro como si se tratara de un cuerpo desnudo: toca las hojas en su canto grueso, desliza los dedos hasta encontrar el contorno de una flor, acaricia los espacios vacíos, roza el texto de lado a lado hasta encontrar sus propias palabras.
Cuando apoya el libro y lo cierra con una lentitud de amante, permanece sentada, anonadada, absorta: como si terminar una lectura fuese una forma de dolor o de tensa espera.
La niña es ciega.
Y lee porque es niña, no porque es ciega.

Carlos Skliar

Que dejen de patologizarnos, por favor.

Y… es una sensación rara. Porque confío plenamente en cada profesional que me trata a mí o a mi hijo. Imagínense que me cuesta mucho hablar sobre temas que no sean mis intereses restringidos. Hago mucho esfuerzo para no ser hiperverbal y poder consultar en 45 minutos temas importantes. Si me sugieren algo, yo lo tomo como verdadero y válido. Y después de recibir 20 años terapias equivocadas sobre mi diagnóstico de base… ha sido muy angustiante. Porque ha sido otro duelo, alguien que me hace daño y con buenas intenciones. Porque siempre me atienden profesionales admirables con gran calidad humana. He llorado mucho, porque son 20 años en los que me esforcé en esas terapias, por hacer bien lo que me indicaban. Y en la mayoría de los temas, se trataba de un enfoque totalmente diferente. He cargado con culpas innecesarias por ser hipersensible a la luz, o por no tolerar más de una hora estar en una reunión con gente. Me decían que era inseguridad, o fobia social, otro psicoanalista me decía que sólo era inmadurez emocional que no encontraba nada patológico en mí, sólo un poco de ansiedad… y fue durísimo, haber invertido 20 años de mi tiempo, con mucha responsabilidad para cumplir con esas terapias, y ver que iba en caída hacia la depresión, o bien, iba sintiendo un deterioro enorme, por poner tanto de mí para cambiar aspectos que jamás podré cambiar, porque siempre razoné desde otra perspectiva diferente a los demás.

Ahora veo que las nuevas terapias, me guían en un proceso de aprendizaje, de dar nuevos significados al comportamiento de mi entorno. Y evitarme tanto dolor, desilusión, frustración, angustia, enojo por no comprender lo que me dicen, un 90 por ciento de las veces. Fue una gran sorpresa descubrir que soy extremadamente literal, o que soy hiperverbal. Por ejemplo, me molestaba que la gente me diera respuestas breves a mis preguntas… no me daba cuenta! Cómo iba a adaptarme sin sentir angustia, o culpa, en mi opinión, la culpa es un veneno mortal e inútil que no soluciona nada, sólo mortifica y quita energía, en vez de eso, es mejor, hacerse responsable de los errores, aprender de la mala toma de desiciones, y tratar de adaptarme adecuadamente, hacer otra lectura de las circunstancias y cuando un error mío daña a otros, intentar repararlo si es posible.

Así. Considero el tema muy delicado y sensible… y no podría reirme de esto… no me sale sentir humor… sino me causa todavía pérdidas difíciles.

Espero no ofender con mi discurso, que lo digo desde lo profundo del corazón.

No significa que niegue la perspectiva psicoanalista, porque son bastante acertados para descubrir las causas, sólo me gustaría que se actualizaran, que adaptaran ese análisis sobre lo humano, para concebir que hay seres humanos con diversidad funcional, que no somos estándares, y no por eso necesitamos ser normalizados, en términos matemáticos del concepto de distribución normal, también llamada binomial y representada gráficamente con la campana de Gauss.

Nos merecemos, una de cada 68 personas, que la teoría psicoanalista evolucione, para darnos mejores interpretaciones, tanto del registro del entorno como de nosotros mismos.

Todas estas terapias influyen en nuestra identidad, en la autoestima y en la transición hacia una vida independiente en paz.

Cómo me gustaría, que los psicoanalistas nos escuchen. Parece una inconsistencia pedir escucha a quienes estudiaron para escuchar… me entristece demasiado aún. No cabe en mi mirada que no se den cuenta de algo de esto. Sería una gran contribución científica si ampliaran su teoría psicoanalítica para los casos de autismo, tdah o dificultades específicas del lenguaje. Que dejen de patologizarnos por favor, y vuelvan a revisar sus teorías en base a evidencias y mediciones con método científico de efectividad de las prácticas, por favor.

Laura Dillon